
Venezuela. Suma y sigue… resistiendo y venciendo
Siempre se ha dicho que si queremos presente tenemos que luchar por la Justicia, pero si pretendemos futuro, tenemos que combatir por la verdad. Ni este mundo tiene presente, como lo demuestran los miles de millones de personas que sufren hambre, guerras de poder, emigración, refugio, desahucios o malviven por el desempleo, la precariedad laboral o la economía sumergida, como consecuencia de las continuas injusticias cometidas por este imperio económico que padecemos. Ni tampoco tiene futuro, porque este cruel poder nos oculta la realidad a través de sus pérfidas e interesadas mentiras ya que, al destaparse su horrible rostro, el mundo acabaría descubriendo su ultraje humano y planetario.
El pueblo de Venezuela, desde que murió Bolívar hasta que apareció Chávez, ha tenido que sufrir un sinfín de traiciones y de mentiras, desde Paéz, Soubletle y los Monagas hasta Carlos Andrés Pérez con su “Caracazo”, pasando por el vil asesinato de Ezequiel Zamora o la traición de “Punto Fijo”.
Un pueblo que no levantaba cabeza, sumido en la miseria, los saqueos y las persecuciones hasta llegar Hugo Chávez que, a pesar de los golpes, acosos e infundios propugnados por el Neoliberalismo estadounidense y países acólitos, supo abrir en Venezuela un horizonte de paz y bienestar para su gente, instaurando una verdadera democracia basada en el protagonismo popular, en un admirable e integral programa social y en la implantación de unas instituciones supranacionales que le otorgaran a Latinoamérica la soberanía y prosperidad a la que cualquier región mundial está destinada y tiene derecho. Esa osadía democrática, social e institucional lo convirtió en el enemigo principal del Imperio económico.
Desde que Nicolás Maduro asume la presidencia de Venezuela, Estados Unidos no le ha dejado un minuto de respiro gubernamental. La Casa Blanca tampoco ha respirado conspirando golpes, magnicidios, sanciones, devaluaciones de la moneda venezolana, bloqueos económicos, continuos ataques mediáticos, saqueos del patrimonio venezolano e, incluso, sancionando a países que proporcionan alimentos y medicinas al pueblo venezolano. Maduro es un obrero, como Lula o Evo Morales, que entiende muy bien lo que es el sufrimiento del pueblo y gobierna para su felicidad. Trump es un supermillonario que asume la presidencia por y para intereses totalmente opuestos. A Maduro su pueblo lo quiere a Donald Trump lo consideran un payaso excéntrico.
Hasta con la actual pandemia, el comportamiento del gobierno de Nicolás Maduro es muy diferente al de Trump, mientras el venezolano actúa responsable y activamente, amparado por un servicio público que no posee Estados Unidos, y preocupado, además, por los cerca de 30.000 inmigrantes venezolanos que, en plena pandemia, los acoge con el mismo cariño y atención que a un hijo pródigo, Trump, la enfrenta con despreocupada frivolidad y culpando a medio mundo menos a él. Resultado: Venezuela, al día de hoy; 650 contagiados y 10 fallecidos, mientras que Estados Unidos ronda el millón y medio de contagiados y se acerca a los 90.000 muertos. Los medios ocultan, una vez más, el éxito venezolano para enfrentar al Covid, pero la OMS sí reconoce púbicamente su notoriedad.
En medio de esta terrible pandemia mundial, la insensibilidad humana de los presidentes de Estados Unidos y de Colombia y desapego al sufrimiento de sus propios pueblos tan afectados por el virus, les lleva a promover una cruenta invasión a Venezuela, que ya habían acordado antes en la Casa Blanca, Duque y Trump.
La llamada “operación Gedeon” se pone en marcha el pasado 3 de mayo, con la llegada de dos barcas al pueblo costero de Chuao, cargadas de mercenarios por exmilitares venezolanos y marines estadounidenses, además de otro importante grupo de mercenarios que también atravesaron la frontera colombiana. Todos estos paramilitares se adiestraron para el operativo en tres campamentos situados en Rio Hacha, Colombia. Los tripulantes de las barcas, antes de salir, se hospedaron en la mansión costera del narcotraficante colombiano apodado como “Doble Rueda”, cuyo vecino es un alto dirigente de la DEA estadounidense. Curioso dato que define quienes son los verdaderos países traficantes de droga. Su extremada hipocresía también les lleva a achacar esos carteles a Venezuela.

Ante tantas agresiones por parte de Estados Unidos y para defensa de su soberanía nacional, en Venezuela, se ha creado la Unión cívico-militar, donde cerca de 5 millones de venezolanos han sido voluntariamente adiestrados para la defensa de su país, suministrándoseles las oportunas armas a algunos de ellos. El Ejército venezolano nunca ha invadido país alguno, ni lo invadirá, porque sólo obedecen a tres factores: La defensa del pueblo venezolano, la de su Constitución y la integridad de la Patria. Que son los indisolubles valores que también defiende la Revolución Bolivariana, de ahí la inquebrantable fusión entre Gobierno y Ejército. Sólo los traidores a estos dignos y nobles vínculos, son los que desertaran y traicionaran a su pueblo y a sus principios, como los mercenarios que ahora intentaban invadir a su propia Patria.
Al acercarse las barcas a la playa de Chuao, fueron los milicianos del pueblo quienes con algunas armas, machetes y piedras se enfrentaron a ellos, al poco que llegaban las FANB para terminar de reducirlos y apresarlos. Había funcionado la Unión Cívico-militar. Componentes de esta Unión, y bajo el operativo “Negro Primero”, capturarían en los siguientes días a otros cerca de 40 mercenarios, que huyeron dispersándose por las montañas y poblados anexos.
Este operativo cívico-militar, del comando de vigilancia costera, descubrieron en los estados de Bolivar y Apure otras tres lanchas militares colombianas abandonadas, perfectamente artilladas cada una, con dos metralletas, 4 ametralladoras y 1500 cartuchos. Parece ser que ellas se “escaparon solitas” desde Colombia.
El paramilitar y ex marine estadounidense apresado de mayor rango, llamado Aíran Berry, realizó unas confesiones escalofriantes, y que todos hemos podido visualizar en las redes, también cuando el presidente Maduro, en un programa abierto a nivel mundial, pormenorizó cada uno de los hechos. Habían planificado la operación de tomar el aeropuerto de la Carlota, también la torre de control del aeropuerto de Maiquetía, donde situarían una “cabeza de puente” por donde aterrizarían aviones militares estadounidense para, además, trasladar a Estados Unidos al presidente Nicolás Maduro, en el supuesto de que lo pudieran secuestrar vivo. También declaró que asaltarían la Dirección de Inteligencia Militar y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Militar (SEBIN).
Los testimonios declarados por los detenidos y por algunos de los autores intelectuales de la fallida invasión a Venezuela, parte de un contrato registrado legalmente, por un importe de 212 millones de dólares, y suscrito por el diputado Juan Guaidó, por el siniestro personaje venezolano, afincado en Estados Unidos, J.J.Rendon asesor de Guaidó, al igual que el diputado venezolano Sergio Vergara y Jordan Goudreau, como propietario de la empresa SilverCorp USA.
El contrato estipula el asesinato de Nicolás Maduro, familia y allegados. También del presidente de la asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello y su familia y del Ministro de defensa Vladimir Padrino, además de la cúpula militar y del ejecutivo gubernamental. También destruir servicios públicos, disolución de las fuerzas armadas bolivarianas y otras barbaridades. El contrato también recoge la posibilidad de utilizar minas antipersonas, agentes químicos y otras armas letales que están proscritas, así como la compensación de un catorce por ciento de los objetos “recuperados” en la acción, como vehículos, arte, oro, divisas, petróleo, armas, entre otros.
Es insólito redactar y hacer público un documento legal que refleja delitos y crímenes de lesa humanidad. Inimaginable, pero cierto. ¿Ante cual tribunal pretendían hacer valer este contrato?
Los presidentes Donald Trump e Iván Duque niegan su participación. Lo cierto es que el gobierno venezolano, a principio de este año, denuncia al presidente de Colombia la existencia de estos tres campamentos de formación de paramilitares con la intención de invadir Venezuela, y este no respondió al escrito. A los dos días de fracasar la operación, J.J. Rendón y Sergio Vergara, dimiten de sus cargos de asesores de Guaidó, aunque, el primero reconoce que si ha firmado el contrato. Con ello está avalando la firma de Guaidó, que continúa negando su participación, pero la gran cantidad de pruebas acumuladas lo inculpan como uno de los principales ejecutores.
Siempre ha quedado claro que Estados Unidos sólo salva al planeta desde la ficción de Hollywood. En la realidad, siempre lo está destruyendo. En la fantasía, Rambo siempre lleva la paz y la justicia. En la objetividad, estos rambos llevan la guerra, el saqueo, la injusticia y, en este caso, el fracaso. Es demencial firmar un contrato para sustraer la soberanía a un pueblo, asesinar a un presidente legítimo, elegido en unas elecciones libres y transparentes, por otro que se autoproclama en una plaza ante unos cientos de personas. Autenticidad frente a simulación. Los gobiernos no se forman por un contrato, sino que los elige el pueblo. En una verdadera democracia es así. ¿O, es que se están dando pasos para ir reduciendo, poco a poco, los valores democráticos?
Es cómico y dramático, al mismo tiempo, poner precio- 15 millones de dólares- a la cabeza de un presidente de otro país. Así ocurría en las películas del oeste, incluso con el “muchachito bueno “con el que todos nos identificábamos, pero en este caso, los grandes medios de comunicación, al servicio de este imperio económico, también se han encargado de que Maduro sea el malo de la película. Y que el malo parezca el bueno.
Lo cierto es que el Sheriff malo del condado pone precio a la cabeza de su odioso enemigo, dando órdenes al del lugar y al del poblado contiguo para su ejecución, incluso le facilita unos pistoleros de su confianza y bien adiestrados. Todo encaja en esta película. Pero no quiere enterarse que en ese poblado todos quieren al que es su enemigo, que es el muchachito bueno para su pueblo, sin embargo, el sheriff que él ha nombrado, no lo quiere ni el gato porque, además de bufón, es torpe y ladrón.

Poner precio a las cabezas de los gobernantes venezolanos es un delito en sí, porque la sola inspiración a delinquir es solidaria con el delito, como así lo recoge el Derecho Internacional.
Estados Unidos, está impulsando peligrosas y tenebrosas zancadas para privatizar las guerras y desbancar a gobiernos hostiles a sus espurios intereses al mismo tiempo que se apodera de los recursos de ese país, que aquí, allá o acullá es un robo, por tanto, otro delito. Estos siniestros pasos intentan sustituir la diplomacia política por furtivas conspiraciones para así no incriminarse en sus fechorías mundiales, por todos conocidas, pero por muchos estados silenciadas y admitidas.
Y es ahí donde radica la extrema gravedad de este tétrico atentado, que pueda asentarse perjudicando el futuro de paz y bienestar social de toda la humanidad. Todos los países conocen muy bien las injusticias que se están cometiendo contra el pueblo venezolano y las mentiras que se están volcando contra su digno y ejemplar proceder, pero todos esos gobiernos callan, algunas comparsas gubernamentales incluso las apoyan. Y todos sabemos que quién calla otorga y como callar ante una injusticia es permitir que esta se instale, todos esos gobiernos también son culpables de la peligrosa deriva que está tomando la humanidad y el planeta.
Hoy, en Venezuela, se está librando una batalla crucial para el devenir de la humanidad. Es el epicentro del pos-capitalismo o del proto-socialismo, de un mundo unipolar o multipolar. Ojalá que venza la Justicia y la Verdad, pensamos todos los que creemos en la Igualdad, la libertad y la solidaridad, pero el éxito de esa contienda entre el bien y el mal, la razón y la sinrazón, la paz o la guerra, no depende sólo del pueblo venezolano, que ya ha demostrado sobradamente su valor, unión y nobleza, también nos atañe a todos los pueblos que perseguimos legar esos dignos valores a las generaciones venideras, comenzando por un presente más halagüeño. ¿Callaremos nosotros también…?
Pedro Castilla Madriñán – Plataforma Bolivariana Francisco Miranda de Cádiz
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