SPIRIMAN: LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE SER… UN FRÍVOLO
Anda el doctor Jesús Candel culpando a la clase obrera de la expansión del virus. ¿Por qué? Por seguir yendo a currar, no como… los ejemplares autónomos. Con semejante perspicacia comparadora, no es de extrañar que “Spiriman” haya llegado a tener tantos seguidores en YouTube.
Efectivamente, hoy han ido a trabajar numerosos trabajadores de sectores no esenciales. Eso sí, se ve que, entre palabrota de patio de colegio, lagrimeo histriónico y exaltación demagógica, a Candel se le ha olvidado que los trabajadores tienen que enfrentarse a diversos virus además del corona. Está por ejemplo el virus de los desahucios. O el virus del corte de luz teniendo niños pequeños. Incluso pulula por ahí el virus de la desesperación y el suicidio. Y de todos ellos te infectas cuando te despiden de tu trabajo y el sistema, que se presume tan “garantista”, te deniega el derecho a otro.
Habría estado bien, en consecuencia, que tan egocéntrico y preclaro doctor centrara sus contundentes críticas en esos empresarios sin alma que están obligando a la gente a ir a trabajar y condenándolos a contraer uno de los virus para no acabar contrayendo los otros. O en esos sindicatos que, como lacayos del gobierno que son, no lo evitan convocando una huelga general indefinida en todos los sectores no estrictamente esenciales, lo que impediría a los empresarios despedir a los empleados que sigan la cuarentena.
A lo mejor es que el señor Candel no está infectado solo del virus de la charlatanería, sino también de otro más grave: el del odio a la clase trabajadora. ¿Será porque sabe que es la única fuerza histórica que puede echar abajo este tinglado putrefacto en el que parece haber encontrado su cómoda esquinita como “pepito grillo”?
M. Caracol