África de las Heras
Experiencias Históricas

África de las Heras, “Patria”, memoria de una mujer antifascista”

“Decía que se había desligado de su familia y que vivía integrada en otra de obreros comunistas… [África era] una mujer para la que emprender nuevas actividades era vivir.”

Margarita Abril dirigente del PSUC

Esta mujer es África de las Heras Gavilán. Es lógico que no la conozcan. Dedicó sus 78 años de vida a no ser reconocida. Hizo de la discreción, la cautela y el silencio sus mejores armas. Sus enemigos habrían querido un final diferente para ella. Que hubiese sido torturada, desaparecida, descuartizada. Sin embargo, el destino quiso que muriese plácidamente en la tierra que la acogió, tras haber cumplido mil y un misiones al servicio del pueblo, precisamente un 8 de marzo, fecha en que cada año en el cementerio de Jovánskoie en Moscú, todavía sin conocerse a nombre de qué o quién, aparece un gran ramo de rosas rojas. Un anónimo homenaje para quien se entregó en cuerpo y alma a la causa del anonimato. África, tuvo muchos nombres: María, Patricia, Luisa, Ivonne, Pavlovna, Znoi. Pero para la alta dirección de los servicios de inteligencia soviéticos, el famoso y “temido” KGB, África siempre sería “Patria”, nombre en clave que adoptaría en 1937 cuando con 28 años fuese reclutada como espía por un joven agente del NKVD.

Nacida en Ceuta en el seno de una familia acomodada, es enviada a Madrid para ser educada en un colegio religioso. En la capital descubre las miserias a las que se ven abocados miles de hogares para ganarse el pan y dar de comer a los suyos, un gran sentido de injusticia la envuelve y arrastra a militar con tan sólo 21 años en el entonces todavía ilegal Partido Comunista. En 1934, sirve como enlace entre el Comité del partido en Madrid y la insurrección asturiana, y comienza a ser valorada muy positivamente por sus aptitudes naturales para evadir el control policial y pasar inadvertida. El golpe de Estado franquista le sobreviene en Barcelona, donde inmediatamente se enrola en las “Patrullas de control”, organización policial creada espontáneamente por las milicias antifascistas para cuestiones de orden público y contra-sabotaje.  Allí, por intermediación de su amiga y “madre política” Caridad Mercader, entra en contacto con Alexander Orlov alias “Lazarevičy”, que facilita su traslado a Moscú para ser adiestrada en el arte del espionaje. África dejaba todo atrás, hasta su propio nombre, para embarcarse en una frenética carrera que duraría más de veinte años como agente secreto al servicio del Kremlin. Su llegada al NKVD coincide con la etapa más convulsa para la inteligencia y las relaciones internacionales del país soviético. Inglaterra y Francia han permanecido impasibles ante la caída de la República, la guerra es inminente. La desconfianza y la sombra de la traición se ciernen sobre los líderes del país de los soviets, quienes han extraído una atroz enseñanza de la guerra en España: cualquier atisbo de división en las propias filas va a ser utilizado por el enemigo para quebrantar la moral y la unidad de acción. A “Patria” se le encomienda una misión especial, acabar con la mayor amenaza a la unidad de acción del “todopoderoso” ejército soviético: León Trotski.

Junto con otro grupo de agentes españoles Patria se infiltraría en el círculo más íntimo del otrora líder revolucionario. El 21 de agosto de 1940 quien fuera uno de los principales fundadores del ejército rojo iba a ser ejecutado de la mano del también español Ramón Mercader. Según el historiador Javier Juárez, Patria sería la única capaz de escapar a las detenciones, embarcando en un carguero mercante destino a Moscú. Menos de un año después la Wehrmacht invade la URSS y Patria pasa a comandar una escuadra de partisanos en territorio ocupado en Ucrania, operando tras las líneas enemigas, realizando numerosas escaramuzas contra el ejército nazi por las que sería galardonada con la medalla al valor y la estrella roja. Con la guerra ya decidida, en 1944 regresa a los servicios de inteligencia. Bajo el alias de “María Luisa” aparece en Francia dos años más tarde, allí se entremezcla con la burguesía parisina, la cual le abre las puertas a la élite política franquista. Llega a entrar esporádicamente en el Madrid de Franco, sin embargo, la aislada España franquista no es un objetivo prioritario en el nuevo tablero mundial de la guerra fría. Hay un cambio de planes. Su destino final será Montevideo (Uruguay), donde comienza a tramar desde cero una red de espías que englobaría todo el Cono Sur.

En 1948 contrae matrimonio con el escritor e intelectual uruguayo Felisberto Hernández, quien le abre las puertas de la alta sociedad y el mundo de la cultura, contactos de los que se serviría en numerosas ocasiones. Posteriormente, en el año 1951 pone punto final a su relación con Felisberto, para contraer matrimonio con el también agente secreto Giovanni Antonio Bertoni alias “Marko”, ambos serían máximos responsables de la inteligencia soviética en la región durante más de diez años. Marko fallecería en extrañas circunstancias en 1964, según una autopsia oficial debido a un paro cardíaco, pero no tardarían en aparecer los rumores que apuntaron a África como responsable, y a las desavenencias del fallecido con el rumbo actual del país soviético. Dicha muerte despertaría las alarmas de la contrainteligencia uruguaya, que comenzaría una investigación sobre esa hasta entonces inadvertida pareja de restauradores, regentes de una tienda de antigüedades, que viajaban frecuentemente fuera del país y que se relacionaban con una gran cantidad de personalidades distinguidas. Con la CIA y el MI5 tras sus huellas, regresa definitivamente a la Unión Soviética en 1966 para dedicarse esta vez, a la formación de nuevos reclutas. Habiendo recibido la Orden de Lenin, la mayor distinción al mérito político y militar de la extinta URSS, fallecería en 1988, ostentando el grado de Coronel del entonces ejército más poderoso del mundo. Solo un pequeño esbozo autobiográfico escrito poco antes de morir dejaría Patria como testamento, testimonio del tipo de personalidad que forjaría la turbulenta época que le tocó vivir:

Mi patria es la Unión Soviética. Así lo siento en mi cabeza y en mi corazón. Toda mi vida he estado vinculada con la Unión Soviética. Soy miembro del Partido Comunista y creo en los ideales de la revolución, que siempre me ha guiado. Ni los años ni las dificultades de la lucha ha deteriorado mis convicciones. Al contrario. Estas dificultades siempre han sido una fuente de energía para seguir combatiendo por mis ideas. Gracias a ello puedo vivir tranquila y con la cabeza bien alta. Nadie ni nada podrán arrebatarme mi fe hasta la muerte”.

África de las Heras

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