Juan Ramón Rallo: cuando la cigarra se disfraza de hormiga
El economista Juan Ramón Rallo ha publicado en los últimos días distintos pronunciamientos en los que sostiene, nada más y nada menos, que Alemania y Holanda tienen razón. Se trata este de un singular personaje que se define como liberal militante y que, recientemente, ha declarado por ejemplo que las funerarias hacen bien el subir el precio de sus servicios, por ser esa la sagrada “ley del mercado”.
Por supuesto, no están faltando en los tiempos que corren sus sabios consejos sobre cómo afrontar la crisis pre-coronavirus (por él mal llamada “del” coronavirus, pese a que, aunque este haya sido el detonante, la crisis se venía incubando ya previamente). Según Rallo, Europa no debe mancomunar sus deudas mediante “eurobonos”. Eso sería, nos explica el ingenioso economista, como si las hormigas alemanas tuvieran que pagar por los despilfarros de la cigarra española.
Para disimular lo peregrino de tal argumento (tan pueril como el cuento al que alude, solo que mucho menos brillante), Rallo procura confundir a sus seguidores con una simple gráfica que prueba que, mientras la deuda pública de países como Italia y España iba subiendo, las de Alemania y Holanda descendían. ¿Para qué hacen falta más pruebas, pensará nuestro preclaro liberal?
Por desgracia para él, a pocos va a engañar haciendo tan descarada omisión de cuáles han sido los mecanismos básicos mediante los cuales se ha generado esa deuda, que de hecho es ilegítima (lo que se denomina una “deuda odiosa”). ¿Quién no sabe que la deuda pública alemana es baja a costa de que la española sea alta? ¿Quién no sabe que nuestra deuda era (y sigue siendo) mayoritariamente con los bancos alemanes? ¿Quién no conoce la llamada “prima de riesgo”, a causa de la cual la banca prestaba (y presta) el dinero al Estado alemán mucho más barato que al español?
Vamos a dejarnos de cuentos. Las deudas ilegítimas, dilapidadas por una élite, que han ido a parar a los mismos prestatarios en un círculo odioso, no deben pagarse. Que se acabe ya la sumisión al centro del poder europeo en torno a Berlín. Busquemos nuevas alianzas internacionales en torno a los BRICS, a China, a Rusia. Existen poderes internacionales que no supeditan sus préstamos a que cerremos la industria, como quiere la supuesta “hormiga alemana” de Juan Ramón Rallo, que es más bien la más parasitaria cigarra. Esa que busca monopolizar un mercado en el que colocar sus productos manufacturados y un entorno del que extraer mano de obra barata.
Se puede y se debe romper con la UE berlinesa y con su odiosa deuda. La alternativa nos la enseñó el gobierno griego de Tsipras cuando traicionó la voluntad de un pueblo que se había pronunciado firmemente frente al memorándum: privatizarlo todo y vendérselo a las empresas alemanas, como aval a futuros préstamos con los que pagar los intereses de los anteriores.
Una cosa está clara. Haciendo esto, Rallo no es liberal o socialdemócrata, de izquierdas o de derechas; no es que tenga unas u otras ideas. Es directamente un traidor a su país, un lacayo de los poderes extranjeros que lo avasallan y como tal habrá de pasar a los anales de la historia.
El Flamenco Rojo