
Protestas antioligárquicas en EE UU: mucho más allá de la raza
El corazón del imperio hierve. La gestión desastrosa del nuevo coronavirus -meramente al servicio del negocio privado- por parte de la administración reaccionaria ha hecho que el delirante Trump empeore en las encuestas.
A raíz de las protestas por su situación y por sus condiciones de vida, el pueblo ha sido salvajemente reprimido. La actitud supremacista y el doble rasero de las “fuerzas del orden” ha acabado llevando al cruel asesinato de George Floyd en Minneapolis. La indignación popular se ha incrementado al ver a este trabajador de un albergue para personas sin hogar asfixiado a pesar de sus súplicas.
Ahora Trump intenta recuperar la iniciativa, saca al ejército a las calles, enseña la Biblia y criminaliza al antifascismo para movilizar al electorado más reaccionario de la América profunda y el KKK. Las tropas patrullando ciudades lo dicen todo. Primero gastan miles de millones en armas “para la defensa” y luego demuestran que de quien tienen que defenderse es… de su propio pueblo, cuando cuestiona sus privilegios de clase.
Pero el rebelde pueblo negro, junto a los latinos, los inmigrantes y los sectores más explotados de la sociedad han redoblado su protesta en las calles, y recabado la solidaridad de numerosos colectivos. Qué falta les haría estar organizados para que esto no se diluya; tener a aquel maoísta Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa, que el FBI consideró el mayor peligro para sus intereses.
Lo decía Fidel: detestamos a la administración, pero amamos al pueblo norteamericano. Ese pueblo que, movilizándose durante años, debilitó a la retaguardia y ayudó al Vietcong a ganarle la guerra al imperialismo criminal y al napalm. Lo ha dicho ahora Spike Lee: esto no va de blancos contra negros. Añadimos nosotros: va de oligarquías contra pueblos.
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