SOBERANOS: 60 AÑOS VACUNADOS CONTRA LA AGRESIÓN IMPERIALISTA
Cuba está llevando a cabo una proeza sin precedentes en su combate contra la pandemia. Hasta el punto de que será el primer país del mundo en vacunar a toda su población con una vacuna propia. O mejor dicho, varias. Porque son cinco los candidatos vacunales que presenta. La superioridad socialista ante el caos capitalista tiene, una vez más, su heroica expresión en la mayor de las Antillas.
La vacuna, pero no solo
Al llegar el COVID-19 a la isla, el gobierno cubano movilizó su extenso sistema de salud, manteniendo los niveles de contagio y mortalidad entre los más bajos del mundo. Por hacer una comparación, el índice de letalidad hasta marzo de 2021 era de un 0,59%, mientras que en Gran Bretaña lo era del 2,9%. Esto es posible debido al sistema sanitario de Cuba y su traducción en cuanto a prevención y tratamiento de enfermos. Por ejemplo, permitió la implementación de test masivos desde el principio de la epidemia tanto a contagiados como a allegados de estos, creando así un cerco sanitario. Unida a esta competencia sanitaria, está la capacidad del sistema cubano de garantizar y salvaguardar a su población en cada medida confinatoria: cuando ha habido que cerrarlo todo, se ha hecho a tiempo y sin rodeos. Para esto son necesarias dos cosas. La primera es una disposición sanitaria que permita tener acceso inmediato a la técnica requerida para el seguimiento infeccioso del virus, su prevención y su posterior tratamiento. La segunda, un sistema garantista que permita a la población sobrevivir aunque se pare todo. Y para ello, como por desgracia se ha comprobado a este lado, el del campo imperialista, más que un desarrollo económico determinado, hace falta que lo que haya se planifique y destine a la población.
Soberana 01, Soberana 02, Soberana plus, Mambisa y Abdala
La fulminante pandemia ha demostrado que hay cosas que no se construyen de la noche a la mañana. La capacidad de reacción de Cuba no es casualidad ni tiene nada de mágico, aunque tenga tintes milagrosos cuando se sitúa en un contexto de permanente agresión económica imperialista, agudizada además durante la era Trump, que golpea diariamente y de diversas formas al socialismo cubano.
Con todo, en marzo de 2021, Cuba inició los ensayos clínicos de fase 3 de dos vacunas de producción nacional contra el COVID-19, con otras tres posibles candidatas en proceso de desarrollo. Ningún otro país latinoamericano ha desarrollado una vacuna propia. ¿Por qué Cuba sí?
La industria biotecnólogica cubana, promovida en su día por Fidel Castro, es única. Está libre de participación privada, lo que implica que la innovación va en el sentido de atender directamente las necesidades del sector de salud por encima de obtener beneficios económicos. Las docenas de instituciones que colaboran, comparten sus recursos y conocimientos en lugar de competir, facilitando así el avance en la investigación, sus ensayos y su aplicación. Hay una circulación continua y exhaustiva entre universidades, centros de investigación y el sistema de salud pública. Una traducción de esto: Cuba tiene la capacidad de producir casi el 70% de los medicamentos que consume, lo que le ayuda a saltarse el bloqueo USA y abaratar los costes en la adquisición de estos.
Por tanto, las vacunas anti COVID-19 están basadas en décadas de estudio de trabajo con enfermedades infecciosas: el sistema de salud cubano vacuna contra 13 enfermedades con 11 vacunas, 8 de las cuales se producen en la isla. No en vano, Cuba tiene la capacidad de producir dos cadenas de vacunas independientes con más de 90 millones de vacunas contra el COVID-19 al año sin que eso merme la producción de otros productos para su uso nacional o su exportación.
Las vacunas Soberana son producidas por el Instituto Finlay en colaboración con el Centro de Inmunología Molecular y el Centro Nacional de Biopreparados. Dentro de las tres existentes, la Soberana plus es la primera vacuna para pacientes convalecientes de COVID-19. De la Soberana 02 y Abdala ya se han aplicado, a fecha de este artículo, más de 2 millones de dosis a la población cubana. La segunda, Abdala, recibe el nombre de un poema de José Martí, donde “por vez primera el negro fuera de su posición exótica y divertida en el teatro bufo, es un héroe que encarna virtudes patrióticas y militares”. Por su parte, el quinto candidato es Mambisa, que es una vacuna intranasal (por tanto, sin necesidad de agujas)[1] y cuyo nombre emula a los luchadores por la independencia cubana de España en el siglo XIX. Y es que todos los nombres propios de estos candidatos desprenden una soberanía sin la que hubiera sido imposible la mera intención de desarrollarlos alguna vez.
Además, el CIGB de Cuba está asociado con colegas de China para trabajar en una nueva vacuna diseñada para ser eficaz contra diferentes cepas del coronavirus: la llamada vacuna Pan-Corona. Este proyecto se sustenta en 20 años de colaboración médica entre Cuba y China, incluidas 5 empresas conjuntas en el sector biotecnológico.
Desde Cuba y para el mundo: las brigadas y las vacunas
Desde el inicio de la pandemia, Cuba ha enviado 57 brigas del Contingente Internacional Henry Reeve a unos 40 países para ofrecer tratamiento a 1,26 millones de pacientes. Y no solo a países del llamado tercer mundo. Por todos es conocida la desesperada solicitud de ayuda del rico norte italiano en sus peores momentos del 2020. Eso sin contar los 28.000 sanitarios cubanos que ya hay trabajando en 66 países del mundo.
En cuanto a sus productos biotecnológicos, ya estaban siendo exportados a otros países, entre los que se incluyen vacunas empleadas en los programas de vacunación de América Latina. Y así seguirá siendo con las vacunas contra el COVID-19, dando esperanza a países que no pueden afrontar el costo que exigen las multinacionales farmacéuticas.
Precisamente, Pfizer ha sido acusada de intentar imponer como garantía de pago en algunos de esos países la cesión de embajadas y edificios militares, es decir, ceder activos soberanos de esas naciones. Y es que, de la vacuna cubana contra el imperialismo, depende y mucho la buena salud de los pueblos del mundo.
Editorial de la revista antiimperialista Cuba+ nº 35